Juanse en el Gran Rex: El paranoico se puso lunático

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(Publicado en Clarín Espectáculos, Diario Clarín, 29 de septiembre de 2012)

El jueves, el líder de los Ratones debutó en calle Corrientes junto a una banda nueva, Las Fieras Lunáticas. Tocó Charly. Fotos: Martín Bonetto

«Juanse… ¡salud!», empinó el codo y tomó un trago para ver mejor de la petaca que luego guardó en un bolsillo. Podría ser la secuencia de un fan alucinado, pero el brindis lo hizo Charly García sobre el escenario del Gran Rex, después de haber participado con teclas y voz en Rock del pedazo. En el clímax de su primera presentación junto a Las Fieras Lunáticas (formación clásica con tres guitarras al frente, bajo, batería y corista), Juanse devolvió con una sonrisa el saludo de su amigo y lo escuchó. “No pude ir al ensayo, tampoco encontré el disco, así que lo bajé de Internet y se escuchaba pfffft, pfffft”, confesó García refiriéndose a Baldíos lunares (2011), el último solista de Juanse, excusa formal del show. “Acá va a sonar igual”, devolvió el ex líder de Ratones Paranoicos, dando por cerrado el paso de comedia, casi lo único que hubo en el micrófono por fuera de las canciones. Y tocaron El fuego.

Antes y después, entonces, rocanrol. Es decir, la continuidad del “Proyecto Juanse” más allá de los nombres que lo acompañen: la canción sigue siendo la misma y no por repetición, sino por coherencia o unidad artística, como enlace de varias generaciones rockeras & nacionales. Ahí está Charly, rondan el espíritu spinetteano (el show fue dedicado a El Flaco) y el de Pappo. Y claro, varios de los hits de los Ratones, banda emblema en su especie, razón por la cual las butacas casi no sintieron peso y el teatro se convirtió en cueva rockera. Trapos, serpentinas, globos, cantitos de tribu (Vaaamo’ los Rató, vaaamo’ los Rató), dulce aroma de flores quemadas. Como en Cemento, Obras, Vélez, All Boys o por donde hayan pasado Colocado voy, Juana de Arco o Cowboy, dejando a un lado todos los “no se puede” que, en vano, intentaron imponer los patovicas.

 

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El cantante, todo de negro salvo por una cruz plateada estampada en su remera (“Soy cristianísimo”, le dijo a Clarín esta semana) y zapatos blancos, capitaneaba a su team (entre ellos, el guitarrista Gabriel Carámbula, que además del toque, mantiene su típica peluca stone) sin soltar la guitarra, por un repertorio en el que integró páginas solistas con joyas paranoicas. Así, sonaron ortodoxos (Baby doll, DinamitaRock del gato), folkies (en un set acústico con Damas negras, La avispa, Carol y El sol), punks/ post-punks (Enlace , Lluvia de héroes) y psicodélicos (Tomates). La banda de sonido para el amplio imaginario y la pluma hábil de Juan Sebastián Gutiérrez: fábulas sobre vicios, postales nocturnas de la calle, mujeres propias y ajenas, Roman Polanski…

Casi dos horas después del comienzo, el frontman se despidió con humildad y verdad: “Este es nuestro primer show”, tiró antes de hacer sonar la Stratocaster roja por última vez: Sigue girando, Algo sucia y Destruida roll. Y como hacen casi todos los grupos (musicales o teatrales) al terminar una función, las seis fieras lunáticas se fundieron en un abrazo y una reverencia hacia los aplausos, mientras el telón se fue cerrando.

Fan de la primera hora >>> Entre la tribu rolinga y caras conocidas, como las de Catarina Spinetta y su pareja Nahuel Mutti, estaba Joaquín Levinton, fan paranoico de la primera hora, lookeado con una remera dorada de los Stones: «Juanse es un capo total, lo vi mil veces», dijo. Curiosamente, cuando era adolescente el ex Turf quiso aprender a tocar la guitarra con Gabriel Carámbula, pero sólo tuvo una clase que duró quince minutos: «Cayó un amigo de él, creo que venía con una bolsa. Y al rato, se fueron», recordó.