Las Pelotas en el Luna Park: Hasta Las Pelotas

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(Publicado en El Acople, 12 de septiembre de 2010)

Así estuvo el Luna Park el sábado 11 por la noche, cuando la banda liderada por Germán Daffunchio dio un recital de casi tres horas. Hubo abundante pop guitarrero, un puñado de viejos clásicos, invitados de lujo; cambios de lo habitual y algo de lo de siempre.

La foto del final muestra, arriba del escenario, a la banda en pleno –bueno, sin Alejandro Sokol-, junto a Roberto Pettinato, Gillespi y Fernando Ruiz Díaz. Abajo, una multitud (una multitud posta: hacía mucho tiempo que el Luna Park no lucía tan lleno como la noche del sábado 11 de septiembre) a los saltos, a grito pelado; algunos en cuero; uno con una bandera piojosa –a tono con la incorporación de Tavo Kupinski como “invitado estable” de Las Pelotas-. Todos, arriba y abajo, festejando “El ojo blindado”, ese conocidísimo punk de Sumo.

Pero tres horas y treinta y seis temas antes del definitivo, había sido distinto. El comienzo, algo frío y lento, se dio con “La semilla”, perteneciente al último disco, Despierta. De las cuatro canciones que le siguieron (“Qué podés dar”, “Saben”, “Basta”, “Ya no estás”), ninguna está fechada antes de 2007. Es decir, para el principio, ninguna de esas que son hípercoreadas.

De manera tímida se encaró “Orugas”, poderosa evidencia que deja en claro que, en este grupo, las cosas no son ahora como antes. Bueno, abajo tampoco: pocos festejaron esta aparición en el repertorio. Hace menos de diez años, su pegadizo riff era la contraseña para que se incendiase cualquier antro y las trescientas cabezas de las trescientas personas que los seguían religiosamente. Ya no. Ahora los asistentes nunca bajan de las cuatro cifras (aunque los precios de las entradas lleguen con tranquilidad a los tres dígitos…)

Hoy es hoy. Deben permitirse ciertos cambios. Aunque resulte raro ver a Germán Daffunchio reemplazar su guitarra por el micrófono, y adoptar el papel de frontman, un frontman algo acartonado, torpe. No es lo suyo, está claro. Pero canta cada vez mejor.

También suenan extraños los temas del Bocha, sin la voz del Bocha. Si bien decirlo ya se volvió un lugar común (amen de su fallecimiento, Sokol no está en Las Pelotas hace más de dos años… período en que el grupo se mantuvo tan activo como siempre) continúa siendo notable la ausencia. Germán arengó varios “para el Bocha que lo mira desde el cielo”. Gabriela Martínez y Sebastián Schachtel versionaron “Menos mal”. Sus ex compañeros lo extrañan, el público ni hablar.

Hablando de homenajes, Luca Prodan pudo ver (también desde el cielo) a Daffunchio junto con Roberto Pettinato, los dos sentados, al borde del escenario, tocando una versión en español de “Perdedores hermosos”. A continuación, “Cinco magníficos” en clave rockera. Fue el primer bis, después de haber arremetido con “Será”, “Corderos en la noche”, “Capitán América”, “Desaparecido”, “Esperando el milagro”, “Sin hilo”, “Shine” y “Sueños de mendigo”. Todas seguidas, al tun-tun; clásicos, de distintas épocas, el mejor segmento de la noche.

Algo que nunca va a cambiar de los recitales de Las Pelotas, es su habitual espacio al reggae. El segundo bis fue jamaiquino y frívolo, con los aportes de “Músculos” y “Hawaii”. Y ahora sí, el final que se apuntó al principio, que fue otra muestra de lo inalterable de ciertas cosas, de las que mejor hablar, de por qué se aplaude tanto a este grupo. Será por el pasado, por el presente, por lo que vendrá. Por las canciones, por su discurso, por los cambios, por lo que mantienen. Por cualquiera de estas variantes, y tantas otras más, merecen el aplauso, concluyente, que coronó su primer actuación en el Luna Park.